Lanzarote es una de las islas más famosas de España. Valles ocres y campos de lava negra conviven a pocos kilómetros, modelados por siglos de alisios y erupciones. Si buscas lo mejor de Lanzarote sin filas interminables, te conviene mirar más allá de lo turístico y explorar estos rincones secretos que aún conservan la calma. Todavía quedan lugares únicos en Lanzarote que valen la pena madrugar y viajar con curiosidad: pequeñas joyas discretas, poco masificadas y memorables si se visitan con respeto al entorno.
1. Las Grietas: pasillos de ceniza en Montaña Blanca
En la zona sur de Montaña Blanca, finas fisuras abiertas en ceniza compactada crean pequeños pasillos que llevan el nombre de “Las Grietas”. Parecen una versión en miniatura de los cañones de Arizona o Utah, debido a los tonos cálidos de la roca y la suave luz que entra en ellos. Aunque cada sección solo tiene unas pocas decenas de metros de largo, las curvas y texturas son increíblemente hermosas. A unos diez minutos en coche de Puerto del Carmen, Las Grietas se encuentran junto a la LZ-35, entre San Bartolomé y Tías. Ten cuidado al aparcar en el estacionamiento y elige la ruta más despejada hacia las grietas. Es recomendable llevar calzado cerrado, ya que el terreno es estrecho y arenoso en varias zonas.
2. Valle del Picón: la rofera antigua y sus formas imposibles
La Antigua Rofera, también conocida como Los Roferos o Valle del Picón, es una zona antigua de extracción ubicada al norte de Teguise. Ha sido moldeada por el tiempo y el viento. Allí podrás ver delicadas esculturas hechas de lapilli, una pequeña piedra volcánica conocida como picón, que se elevan en forma de olas y aletas sobre el fondo de antiguos conos. Para los fotógrafos y cualquiera que aprecie la geología pura, es un paisaje extraordinario cuando el ambiente está en calma y el sol bajo comienza a teñir las formaciones de color ámbar. Aunque el material es frágil y se desmorona con facilidad, camina con cuidado y evita trepar por las paredes. Lleva agua, no dejes rastro y ten en cuenta que no hay instalaciones, ya que no se trata de una atracción supervisada.
3. Caletón Blanco Beach: crystal-clear waters in the north of Lanzarote
La Playa del Caletón Blanco, ubicada en el extremo norte de Lanzarote, cerca del pueblo de Órzola, impresiona con su arena blanca proveniente de un volcán y sus aguas transparentes de color turquesa. Se encuentra resguardada por formaciones de lava y forma piscinas naturales poco profundas, lo que la transforma en un sitio perfecto para familias y aquellos que desean bañarse en un ambiente seguro. El acceso es fácil en coche y hay espacios amplios para descansar, tomar el sol o caminar por la costa.
4. Playa del Pozo: la vecina tranquila de Papagayo
Papagayo es la de las playas más populares de Lanzarote, pero más allá de la icónica postal, hay una serie de cuevas ocultas por el Monumento Natural de Los Ajaches. A pesar de ser una de las más accesibles, Playa del Pozo sigue siendo más tranquila que su famosa vecina. Prepárate para encontrar arena dorada, agua turquesa y afloramientos de lava negra que rodean la bahía. Puedes entrar por la carretera sin asfaltar o caminar desde Playa Blanca en menos de dos kilómetros si prefieres evitar el coche. En días despejados, las vistas del mar son impresionantes y por lo general, suele estar calmado. Un auténtico ejemplo de lo mejor de Lanzarote lejos del turismo masificado.
5. Recorre Timanfaya a pie
El Parque Nacional de Timanfaya se recorre a menudo en bus, pero existe una forma menos conocida: recorrerlo a pie con guía. Los cuales, conducen grupos pequeños por itinerarios autorizados que permiten observar texturas, aberturas y capas que no se ven desde las ventanas del bus, pero las plazas son limitadas y es necesario reservarlas. No hay sombra y el terreno es irregular: agua, protección solar y calzado apropiado son imprescindibles. En unas tres horas entiendes de cerca las fuerzas que moldearon la isla y disfrutas de un silencio volcánico difícil de encontrar en otro lugar. Para muchos, uno de esos rincones secretos de Lanzarote que mejor explican su origen.
6. Montaña Roja: un cráter sencillo con impresionantes vistas
Detrás de Playa Blanca se alza Montaña Roja, llamada así por el hierro que tiñe sus laderas. Un camino claro sube al borde del cráter y lo recorre con panorámicas del extremo sur de la isla. En un día despejado, se puede ver la costa norte de Fuerteventura y la isla de Lobos. Incluyendo una agradable caminata alrededor de la cima, el tiempo de recorrido desde las últimas residencias es de aproximadamente una hora y cuarto. Para esta excursión solo basta con unas buenas zapatillas deportivas, evita usar sandalias, ya que la pendiente es constante, aunque no muy pronunciada. En definitiva, Montaña Roja es uno de esos lugares únicos de Lanzarote que puedes disfrutar sin complicaciones.
7. Tenesar: el “pueblo perdido” frente al Atlántico
Al oeste de Mancha Blanca y al norte de Timanfaya, Tenesar aguarda al final de una carretera tranquila, con unas pocas casas mirando al Atlántico abierto. Aquí, el encanto es sencillo y sobrio: acantilados esculpidos por las olas, rocas negras repletas de cangrejos Sally Lightfoot de color rojo vivo y ausencia de turistas. Los fines de semana se acerca más gente de la isla, así que, si buscas paz total, lo mejor es ir entre semana. Mantente alejado del borde y observa cómo llegan las olas; ten en cuenta que el surf en Tenesar puede ser más intenso. El contraste entre lava negra y espuma blanca es un espectáculo para las fotos, uno de esos lugares únicos en Lanzarote que enamoran a quien va sin prisas.
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